José, en la gran ciudad.

por José Ramirez

Hace un año dejé mi país y vine a parar a esta tierra lejana. Por estos lados, sucede que cuando inicias una conversación con alguien que apenas estás conociendo suele preguntarse la razón de haber venido hasta acá (lo cual nunca he contestado honestamente). La respuesta más honesta que se me ocurre, pero que no me gusta por lo romántica que suena es que vine a tener la posibilidad de reinventarme; a desviarme un poco del camino seguro que llevaba trazado y explorar otras posibilidades que hicieran de mi vida un poco menos aburrida de contar a los nietos de mis hermanas…ah, y también a aprender inglés.
Pero bueno, intentaré ampliar el espectro e incluir a unas cuantas personas además de los no-nacidos nietos de mis hermanas a los que, sinceramente, tal vez no les vaya a contar nada. Para ubicarlos un poco, Humanitos, Australia está en el hemisferio sur del planeta, eso implica que en Navidad no cae nieve como en las películas navideñas; aquí al contrario hace un calor absurdo durante Diciembre y Enero y hace frío a mitad de año; y por esa razón hay personas que celebran una “segunda navidad” en Julio.
La experiencia de ser un inmigrante, y creo que hablo por el 90% de los que lo han sido, es de altos y bajos. Aquí poco importa mi título de universitario, creo que ni mi jefe sabe que el que ha hecho los muffins y ha lavado los mugs en el café por el último año es un ingeniero civil. Lo que le hace preguntarse a uno una y otra vez si no se está desperdiciando en un trabajo como ese, pero luego uno se acuerda que está ganando más de lo que ganaba como ingeniero en Colombia y se le pasa. O al menos por un rato.
Por otra parte, uno de los puntos altos es la experiencia multicultural. Debido a ciertas facilidades de trabajo que brinda Australia a los inmigrantes, hay personas de casi todo el mundo, sobre todo, muchos latinos, hindúes y asiáticos. Por lo general, los asiáticos viven cerca del centro de la ciudad, y muchos de ellos son compradores compulsivos. He escuchado de algunos que cuando están aburridos, el plan es ir de compras. Por otro lado, los australianos suelen vivir en los suburbios, que son algo así como barrios (un poco más grandes) que rodean al centro de la ciudad. Por mi parte, yo vivo en uno llamado Brunswick.
Esta misma multiculturalidad, y el hecho de que Australia sea un país constituido no tan antiguo, hacen que no haya comida típica, pero que a su vez se pueda conseguir comida de todas partes del mundo. Lo más típico es una vaina que se llama Vegemite, que viene a ser algo así como una mermelada para untar al pan, pero es tremendamente horrible. Huele y sabe a algo que está podrido.
Otra de las particularidades de este país, es que no hay un presidente. La máxima figura es la del Primer Ministro, y esto se debe a que de alguna extraña manera, aún pertenecen a Inglaterra, por lo tanto la Reina de Inglaterra. Incluso, hay un día festivo dedicado al cumpleaños de la Reina de Inglaterra.
Por otro lado, una de las cosas que me atrajo a venir a este país, específicamente a Melbourne son los eventos que aquí se presentan, especialmente el Australian Open, que es uno de los torneos de tenis más importantes del mundo. Era para mí una obligación asistir a ese evento, lo cual fue un sueño cumplido. Se me aguaron los ojos cuando entré al estadio principal, me senté en mi lugar asignado y miré hacia la cancha. No podía creer que yo estuviera ahí. Fue hermoso. Y ahora cuento los meses para volver el otro año y esperar no asistir a un partido de Nishikori, el cual me hizo perder 150 dólares al retirarse en el partido contra Djokovic y ni modo de gritar que me devolvieran mi plata. También asistí a un concierto de los Arctic Monkeys, que es una de mis bandas favoritas, pero no pude hacer ningún buen video de la emoción que tenía. También conocí canguros, koalas y ovejas (Sí, no había visto una oveja antes, así que pensaba que eran como la de ‘Sheep en la gran ciudad’). Por eso le puse este nombre al post.
También entendí por qué los australianos toman tanta cerveza. Esto se debe a que, desde pequeños, sus papás los llevan a los bares. Es bastante común estar en un bar y ver niños corriendo como si estuvieran en un parque, incluso se ven bebés en sus cochecitos. Así que al final asocian los bares a una estrecha relación familiar que los hace sentir como si estuvieran en su hogar. Incluso hay una teoría que dice que los australianos tienen su acento por tanto tomar cerveza. Lo digo en serio. Y es que haciendo una comparación según su acento, los australianos vendrían a ser los costeños de la lengua inglesa. Hablan absurdamente rápido y acortan las palabras para no esforzarse tanto. Creo que esa misma “costeñidad” es lo que los hace ser personas queridas y amables, así como nosotros los costeños.
En algunos meses deberé partir. Estoy completamente seguro de que extrañaré este país. Esta ciudad. Que me ha hecho conocerme un poco más; que me ha sacado de mi zona de confort y me llevó a situaciones en las que jamás pensé estar. Que me ha hecho conocer personas geniales y otras que no tanto. En la que cumplí sueños y a la vez me hizo valorar lo que tenía en casa.

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